20140614

La peor es la mejor

Data Estel·lar Assunranterixcada Dissabte 20140614

La peor banda del mundo es la obra magna del portugués José Carlos Fernandes.

Hace años me dediqué a usar el tiempo de espera entre dos actividades para colarme en la biblioteca y revisar tantos tebeos gafapastas y para adultos como fuera posible. La mayoría caían de las manos al suelo con estrépito. El epígrafe La Llibreta de les Orques de la maginoteca es un recuerdo mínimo de aquella trayectoria.

Inciso: todo eso sugiere algo ajeno a la campana de Gauss: la existencia de una biblioteca abierta y en la que se pueda entrar: adiós a las privatizadas "para sus alumnos" bibliotecas universitarias del barcelonés Gafapasta's Center, como las de la UPF o la UB, donde hay que entrar picando el billete de la universidad, como si la peña ansiara por entrar dentro las bibliotecas cuando hay más café fuera. Peor que privatizado: pagado por nuestros impuestos pero convertido en uso privativo para unos cuantos. La cultura robada a la ciudadanía.

Sin embargo, hubo un álbum de curiosos tonos marrones, algo sobre un museo de lo irrelevante o algo así que atraía desde el título.

Astiberri ha recopilado en 2 tomos, osea, en dos superhumores de 3 álbums cada uno, la obra completa en castellano, cosa que atenta contra el poco optimismo que me queda, y pese a que la introducción sugiere que hay material para más álbums y, por tanto, para más superhumores.

Inciso: un superhumor (colección de Ediciones B-Grupo Zeta, que tal vez sea la más longeva entre las de comic iberoparlante, pues comenzó a inicios de los años 70)es un retapado de lujo de los tomos de tapa blanda de la Colección Olé (caso Mortadelo y Filemón) y de los Magos del Humor (caso Superlópez). Hasta entrados los cerontas recopilaban 5 Oles, luego 4 y en el 2014 van por 3 (incluso hay uno que lleva 2, el de los Xunguis). Si un superhumor lleva tres albums, y estos tomos de Astiberri llevan lo mismo... el nombre del bicho ya te lo he dicho.

En sendos salones seguidos sometí a simpar selección cada uno de estos tomos. Son excelentes.

Seguro que son mejorables, pero son excelentes.

Para empezar no hay un protagonista único, con lo que se rompe contra la tradición literaria liberal y remontable al Renacimiento (el hombre o individuo como medida de todas las cosas) de que hay un protagonista que lo ocupe todo.


Todas las historias son de 2 páginas, con 6 viñetas dispuestas en 2 viñetas por franja. Pocas variaciones hay sobre ese esquema tan de manga o de superhéroes de los años 80.

Y la sorpresa que pueda ejercer cada historieta se aumenta al pasar las páginas y comprobar que ¡oh, no se repiten los protagonistas! pero ¡oh, este personaje salía de secundario o mencionado en otra página! Pero, ¿quién tiene la paciencia de buscar esa referencia? Hombre, un lector habitual se supone que sí, porque sabe que los tebeos son dominados por completo por un lector que puede leerse el final o cualquier página o viñeta cuando le apetezca, o regresar al momento que no le quedó claro o ver la imagen de tal página y no leerla o leerla sin fijarse en el dibujo... y también puede volver a alguna historieta o página anterior para ver si tal personaje... pero el autor es portugués, no español, y ha ido más lejos, así que ha puesto al final de  tomo aquello que es imprescindible en la literatura científica estadounidense: un índice onomástico de personajes, empresas, lugares y demás.

Digamos que es la página escarolitrópica de Superlópez pero en papel.

Pese a que no hay un protagonista claro, pese a que se mencione con cierta profusión cierto grupo de músicos que ensayan 3 horas diarias durante 29 años, sí es cierto que algunos individuos aparecen con o sin su sonoro nombre de resonancias eslavas y tienen un mayor atractivo. Sin decir los nombres, porque también es divertido encontrarlos, citaré a tres de los preferidos  en una encuesta entre los miembros del blog: el líder de la banda, el compositor y el melómano de sonidos.


Hemos comentado que hay dos tomos. ¿Cuál es el mejor? Hay que leer alguno antes que el otro? ¿Cómo acaba la historia? Son tres preguntas extemporáneas ante una narración que sólo os podéis imaginar si recordáis cuando Faemino y Cansado usaban menos tiempo en palabrotas y más en desarrollar mundos de costumbrismo absurdo, o si recordáis las historias de manchegos que viven en pisos con espacios de n-dimensiones del radiófonico Juan Carlos Ortega.


De todos modos, contestemos: no hay que leer ni uno antes que otro ni una historieta antes que otra. Nos lleva al final: no hay un verdadero final ni un verdadero principio. Más aún: no queda nada claro el paso del tiempo, aunque se nos citan los años 50, 1976 y tantos años desde entonces... La misma ambientación de ciudad de la Europa Oriental socialista es incómoda para fechar unas historias en las que no hay teléfonos móviles y los coches, más que estadounidenses de los años 50 podrían ser los que salen en fotos sobre lo mal que están en Cuba con el bloqueo/(barra)qué artista soy que hago fotos en blanco y negro y amarillo de coches viejos cubanos.

Sin embargo, el paisaje urbano en sí mismo es muy próximo. Podría tratarse de calles industriales de las que aún no cayeron bajo las grúas de la especulación, pero anchas y limpias, de ciudades como Terrassa o Sabadell, pero tambien podría ser L'Hospitalet de Llobregat por la biblioteca frikitebeística Tecla Sala o por Sant Andreu del Palomar.

Cuanto más se mira más suena decir: ¿pero esto no es el Vapor Llonch? ¿Esto no es el sitio ese donde iban a hacer el museo de los tebeos? Fábricas, vapores... o naves industriales del todo o semi-abandonadas que puedan haber en diversas localidades, en barrios, en poligonos anexos a las ciudades o en el campo. Ahora pienso si Tarragona podría ser un buen escenario, o algún lugar de Vilafranca.

Si hay que elegir un tomo, teniendo en cuenta que se nutre cada uno de 3 álbums que ya son heterogéneos de por sí, tal vez el primero sea mejor, por cuanto no se juzga tanto como en el segundo, en el cual el autor nos enseña los hilos de los personajes, nos viene a decir casi que están equivocados. Supongo que es lo un público menos preparado de lo que debería, ansía que le digan: las cosas claras y hay que señalar a los tontos que hacen tonterías de manera clara. El segundo tomo roza la línea de la escatología. En el primero ya hay ese interés por hacer gags de enanos y el segundo abunda en ello. No parece necesario.

El primer tomo, sin embargo, es más neutro en todo.

El dibujo es tremendamente estático. Apenas hay líneas cinéticas, aunque no parece que los personajes esten fijos. Caminan a su ritmo (todo lo hacen a su ritmo, y eso es positivo). Las figuras animadas o desanimadas van entintadas y pintadas con mancha negra. Los fondos son monocolor en diversos tonos de marrón o verdoso o algo así. Pero esos fondos hay que leerlos también. Hay que fijarse en quién o en qué aparece, o en los carteles. ¿Sabéis lo de los "Patastratos" de Superlópez? Pues lo mismo, salvo que en otra historieta, igual de otro álbum os hablan de ese anuncio o de esa dirección, de esa calle, de ese cruce o de ese buzón.

Si me planteo el porqué de ese monocolor, a mí me suena a película del Oeste de sábado por la tarde (huy, de cuando hacían Primera Sesión): es como si la vida fuera una larga siesta en la que no importara nada ni roncar ni despertar. O una tarde de Tour o Vuelta Ciclista. Es como si el tiempo de un ahora eterno se pegara con esos colore por en toda la ciudad, permitiendo a los personajes realizar sus pequeñas anécdotas.

Si tienes que comprar una única serie sobre costumbrismo y absurdo, que sea La peor banda del mundo.