20140218

La primera batalla de Canary Wharf

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No pretendo que lo comprendan del todo.

En la Economía de la Especulación Financiera se requieren anclajes con la realidad mediante la especulación inmobiliaria: grandes moles de edificios, inmensos no-sitios destinados a rascacielos de presuntas sedes de oficinas. Un rótulo que suene fastuoso y, sobretodo, mil veces repetido, ejerce como título para el mito. Puede ser el 22@ de Barcelona, conocido como La Roba (más que como La Arroba), y ahí les dejo a ustedes la interpretación malévola de parte de la sociedad... o puede ser Wall Street de New York, el mito al que todos se quieren parecer, por longevidad y estrujamiento planetario que ejerce... otro lugar sería Canary Wharf en London, el distrito financiero del distrito financiero.

Estos no-sitios, a los que sólo pueden acceder cobrando unas pocas élites y con contratos basura tanto en puestos administrativos como de limpieza y seguridad una minoría algo más amplia y, sobretodo, removible continuamente, que están desocupados y vacíos durante muchísimas horas a la semana, espacios de entrada prohibida si no es a hacer algo que beneficie al gran capital, con vigilancia intensiva tanto pública como privada, necesitan un mito que justifique la privatización del espacio público  a mayor gloria de los de siempre y con el triste colaboracionismo municipal público (limpieza de calles, seguridad, redes de saneamiento, de comunicaciones, etc.)

Sobre Wall Street hay varios en forma de películas o de noticias de la prensa.

Sobre el 22@ tenemos un prolijo catálogo de publicidad política convertida en artículos y reportajes y citas en la prensa escrita con muchos voceros que cobran como periodistas experimentados. Compárese la inexistencia de noticias sobre Ciudad Meridiana-Torre Baró durante las mismas décadas en las que se habla sobre La Roba.

En London, por su parte, tenemos, visto desde fuera, la batalla de Canary Wharf, de la serie Doctor Who con daleks, ciberhumanos del Mundo de Pete (el Món d'en Pete, Pete's World) y el Torchwood imperial.

Las historias del noveno (el del Norte) y décimo doctor (el de allons-y) tienen un transfondo de cuidada y memorable crítica del hiperconsumismo. No es raro, por tanto, que exista una batalla en la capital ultracapitalista europea, la City de Londres, que ejerce como un paraíso fiscal.

Crítica con conversión en mito de un espacio de discutible valor social en un episodio entretenido.

Ahora bien, Doctor Who basa no pocas de sus ideas en ideas de comics. Nos muestra que es posible traspasar a la tele muchas de las cosa que hemos visto en los tebeos. E incluso su propia narrativa, que es más difícil que lo de los efectos especiales. 

Y toma ideas de aquí y de allí, siendo más reconocibles las de los superhéroes.

Hubo, sin embargo, una primera o anterior Batalla de Canary Wharf. 

Hay que remontarse a Dylan Dog: La Isla de los Perros, en una historia con transfondo de especulación inmobiliaria, gentrificación, limpieza étnico-social y expulsión  por parte de los nuevos compradores riquísimos de los inadecuados habitantes tradicionales.